Estoy preocupado por nuestras libertades. Suena dramático, pero así veo la cosa.
Básicamente, nos encontramos en una situación donde el Poder Legislativo modificó la Constitución, agregándole artículos que limitan las libertades fundamentales descritas en otra parte de la misma. El derecho en cuestión es la libertad de expresión, que debería ser de todos los mexicanos, pero debido a la ley electoral aprobada, prohíbe a los ciudadanos expresar su opinión en medios electrónicos, ya que impide la compra de espacios o spots. A los legisladores no les preocupa, básicamente porque a pesar de que se crean mexicanos de segunda, ellos siguen siendo parte de los privilegiados que no pierden ninguna de sus libertades. Con su cinismo típico, quieren que la ley se cumpla en los bueyes de su vecino.
Actualmente, lo único que puede evitar que esa situación se perpetue y empeore es que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al procesar un amparo tramitado por importantes líderes de opinión, dictamine que es ilegal que los legisladores limiten con un artículo lo que se garantiza en otro. En caso de que así lo hagan, tendremos la certeza de que nuestro país avanzará, aunque sea poco a poco.
Sin embargo, las últimas veces que la Suprema Corte ha estado bajo los reflectores, con la posibilidad de hacer un cambio real en la forma en que funciona el país, busca salirse por la tangente (se acuerdan del caso de Mario Marín, el "gober precioso"?) con resoluciones que, aunque no sean evidentemente ilegales, evitan el punto central del litigio y dan una salida fácil que deja desprotegida a la sociedad frente a los abusos de nuestra desprestigiada clase política. Hay resoluciones legales y valientes, pero no son esas las que han tomado nuestros ministros.
Todo esto, ciertamente, no es como para inspirar confianza en que esta vez tomarán una decisión histórica y claramente en favor del país y la sociedad. Sin embargo, son nuestra última y única línea de defensa. En caso de que validen este atropello, el camino está abierto para que nuestra partidocracia elimine los débiles contrapesos que equilibraban los mecanismos del poder. Ambiciosos y faltos de ética como son, cada vez cuidarán menos las formas en su lucha por el control de los recursos de la nación. El dinero, vaya. En cada uno de los conflictos recientes, la lucha por el dinero del erario público está cada vez más clara, libre de ideologías, valores o principios.
Lo preocupante es que quienes nos pueden defender SON PARTE DE ESTA MISMA CLASE POLÍTICA, sorda a las demandas sociales. Sí da miedo, ¿no?
1 comment:
un detallín...
Si no vivo en México y no tengo idea de qué estás hablando, ¿no importa?
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