A mí, en lo personal, me sorprendió mucho la forma en que Felipe Calderón se enfrentó al reto de su propia toma de protesta frente al Congreso. Antes del evento, yo estaba de acuerdo con muchos analistas que opinaban que, de buscar una sede alterna o alterar los procedimientos, Calderón estaría enviando - como tantas veces hizo Fox - una señal de debilidad a la oposición, una oposición desleal e intransigente comandada por el PRD y su "líder moral", Andrés Manuel López Obrador.
Sería muy inadecuado comenzar el sexenio con debilidad, sobre todo frente a los grandes retos (los retos reales, no las grillas) que tiene el país, y que requerirán de una lucha constante contra los poderes fácticos establecidos, como los monopolios, los sindicatos, el narco, etc.
La maniobra "exprés" de toma de protesta me pareció sumamente creativa para cumplir el requisito legal y evitar una confrontación con los legisladores del PRD. Al presentarse en el Congreso demostró, de entrada, que no buscará evitar enfrentamientos necesarios (había un riesgo muy real de violencia, simbólica pero importante, en el Congreso, por parte de los perredistas), pero la brevedad de la visita muestra que no cayó en provocaciones, permaneciendo en la tribuna sólo el tiempo indispensable para su protesta. Me parecen señales alentadoras para un inicio de sexenio complicado.
Los perredistas insisten que el desarrollo de este evento fue una victoria suya, claro está, pero si analizamos los objetivos que cada parte declaró previamente, se nota que no fue así. Felipe Calderón anunció que rendiría protesta en San Lázaro, y así lo hizo, tomando por sorpresa a los alborotadores. Los perredistas habían anunciado con bombo y platillo, en voz de Leonel Cota, Fernández Noroña y cuanto vocero habló, que impedirían el acto oficial, y que sin importar sedes alternas, en cualquier lugar evitarían que "el presidente espurio" rindiera protesta. Finalmente, Felipe Calderón logró su objetivo, mientras que el PRD no. Adicionalmente, en el proceso han continuado la destrucción de la imagen del partido, que en la opinión pública ha vuelto a ser una camarilla de radicales violentos y anarquistas. ¿Les preocupará? ¿Hasta dónde quieren llegar los radicales del PRD?
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