Friday, August 11, 2006

Una opinión sobre el gasto gubernamental

Esta entrada de blog es una especie de respuesta a un correo que recibí, donde se ponderaba que "decir que los pobres son pobres por flojos, ...me parece una aseveracion muy fuerte."

Mientras que es cierto que hay factores sociales que reducen las posibilidades de generar riqueza personal (los mencionaban en el correo que recibí, sexo, edad, si se nació en una familia "pudiente", etc.), hay una cuestión que generalmente no se comenta a riesgo de parecer "políticamente incorrecto", y es el efecto de las diferentes opciones de gasto gubernamental en la generación de riqueza y su consiguiente efecto en la reducción de la pobreza. Seguramente seré criticado por lo que voy a decir, pero a fin de cuentas, eso es lo bonito de la pluralidad democrática, la posibilidad de tener ideas diferentes.

En líneas generales, hay dos formas principales de realizar gasto público: el otorgamiento de beneficios a individuos (al estilo del programa Oportunidades o la pensión a viejitos de AMLO) y el gasto en infraestructura. Según mi punto de vista (por supuesto, debatible y sujeto a errores), ambas opciones reducen la pobreza en general, pero lo hacen por rutas diferentes, que generan lentos cambios de enfoque en los beneficiarios y en la estrategia de largo plazo para salir de la pobreza. Me explico:

Gasto social a través de programas de asistencia directa: En principio, nadie puede negar lo adecuado de dar asistencia (becas, ayudas, pensiones, etc., la denominación no importa) a los grupos sociales más desvalidos. El resultado de corto plazo es que esa familia logra un alivio en su difícil situación económica. Sin embargo, la entrega de dinero directa y sin condiciones genera una presión en el beneficiario para no perder sus beneficios, y en la medida de lo posible, aumentarlos. ¿El resultado a largo plazo? Se pierde la motivación para generar riqueza, y el objetivo central es seguir siendo el "mercado meta" de esos beneficios. Se genera también la actitud de "ese dinero es mío porque me lo merezco", sin haber realmente hecho nada productivo para merecerlo. Cierto, merecen ayuda, pero no la ayuda sin responsabilidades que implican las dádivas de dinero público. Nadie en su sano juicio puede decir que los ancianos, madres solteras, o los diversos beneficiarios de programas sociales no merezcan ayuda. Pero la mejor ayuda es aquella que les proporcione herramientas para salir por sí mismos de su difícil situación. No satanizo la ayuda directa, pero la forma en que se otorga actualmente es pésima.

Como ejemplo de una ayuda directa sumamente exitosa, recuerdo un caso (desafortunadamente no tengo referencias de websites que puedan visitar o algo así, una disculpa si incurro en faltas de precisión) de un programa privado creado por un empresario (tal vez en India o algo así), que otorgaba créditos con intereses reducidos a empresas familiares (o changarros, como les dice Fox) después de analizar la cantidad mínima que les daría la oportunidad de salir de sus ciclos viciosos y comenzar a generar utilidades. El crédito no era un regalo, debía pagarse justo a tiempo, hasta el último centavo, o se cancelaba su oportunidad de seguir participando, de manera definitiva. Sin embargo, el cuidadoso análisis previo y la amplia comunicación con los beneficiarios hizo que la cartera vencida de ese programa fuera casi nula (ojalá los bancos aprendieran del ejemplo). Las micro-empresas beneficiadas por los créditos aumentaban su eficiencia, generando un ciclo virtuoso que les permitía generar más riqueza, mejorar su situación económica, contratar empleados y de esta forma comenzar a extender los beneficios recibidos.

La segunda forma de gasto social es el gasto en infraestructura (y por mis pistolas, incluyo aquí la operación gubernamental en general, tales como la inversión necesaria para facilitar los trámites que los ciudadanos realizan con el gobierno). Debido a lo caro de la mayoría de las obras, el gobierno es el único que tiene la posibilidad real de hacer cosas tales como construir carreteras, puertos, vías de comunicación en general, al igual que es el único que puede modificar sus propios procesos, trámites, organizaciones y demás métodos de interacción con los ciudadanos. El beneficio neto de esta infraestructura es otorgar a la población la facilidad para realizar sus actividades sin impedimentos. Si para generar riqueza usted desea vender manzanas y no hay carreteras para transportarlas al mercado, o es ridículamente difícil registrar su empresa de venta de manzanas, su posibilidad de salir de la miseria será destruída antes de siquiera ver si usted es bueno o no para venderlas. Cuando un gobierno dedica sus esfuerzos a construir infraestructura y a eficientar sus trámites, el resultado de corto plazo es que se estimula la economía de forma temporal (ganancias de las constructoras que contrata el gobierno, de los consultores que hacen la reingeniería de procesos, por dar un ejemplo). Sin embargo, a largo plazo el resultado es el estímulo al impulso emprendedor de los ciudadanos, lo que genera más riqueza para ellos mismos y para el círculo social que los rodea.

Cierto, mucho se ha dicho que una persona con riqueza no necesariamente tiene la bondad necesaria para compartirla con empleados y la sociedad en general, pero una cosa que nunca se dice es que una persona con riqueza es una persona menos que necesita ayudas directas del gobierno para no vivir en la miseria.

Por supuesto, la actividad empresarial conlleva un riesgo y algunas empresas quiebran. Sin embargo, tomando como referencia Estados Unidos, algo así como el 60 ó 70% de la población genera su riqueza como micro-empresarios, en vez de depender de alguien más. Pagan sus impuestos, lo que se traduce en más infraestructura que les facilite generar aún más riqueza. ¿En cuál de los dos países hay menos pobreza extrema? Los migrantes que se van a vivir a Estados Unidos nos demuestran que mientras más facilidades se de a la creación y operación de empresas, la actividad económica es más vigorosa y el nivel de vida aumenta.

El peor vicio que tenemos es la idea ridícula de que los empresarios son malos, que el dinero es la perdición misma, que el éxito económico reduce la calidad moral de la gente. Una gran verdad es que las empresas y los empresarios son LOS ÚNICOS generadores de riqueza. El gobierno no puede generarla, lo más que puede hacer es administrar una parte (los impuestos) para que la gente pueda crear su propia prosperidad.

En fin, cada quién que analice su punto de vista, y que actúe en consecuencia. Yo por mi parte, desconfío profundamente de los programas de ayuda del gobierno, y de su capacidad para mejorar el país.

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