Ayer nos amanecimos con la noticia de que habían explotado bombas de fabricación casera en varios puntos del DF: el Tribunal Electoral de la Federación, el PRI y en una sucursal de Scotiabank. Hoy en la mañana, leyendo los encabezados de periódicos, me encuentro con que el Gobierno del DF afirma que los grupos guerrilleros que se adjudicaron los atentados no tienen presencia en la capital, que son meras incursiones de grupos basados en Oaxaca y Guerrero.
Por cierto, después de esa joya de percepción investigadora (antes de que concluya la investigación... interesante, ¿no?), anuncia Alejandro Encinas que en realidad no es que no tengan bases, es que el gobierno federal no les ha informado que haya nexos. Ah, que bonito. El lema parece ser "si yo no me entero, entonces no existe".
La actitud dominante entre los políticos y gobernantes pareces ser que, si la información no corresponde a un buen desempeño gubernamental, seguramente la información es incorrecta, imprecisa, o de plano, dolosamente falsa. Como muestra adicional al respecto, en días pasados los jefes de policía del DF, en una entrevista televisiva, dedicaron un buen tiempo a echar tierra a una encuesta de percepción de crimen entre la población. Al parecer, la lógica subyacente es que, si los números oficiales los pintan mejor, esos han de ser los correctos. Sin embargo, se les olvida que una gran cantidad de delitos ni siquiera se denuncian, por falta de confianza en las autoridades. Esto es de conocimiento público, pero en cuestión de estadísticas, las autoridades prefieren hacer como que no existe.
Un principio bien establecido es que, para mejorar algo, hay que poder medirlo. Si las autoridades se empeñan en basar su actividad en datos incompletos, es inevitable su ineficiencia. ¿Por qué se empeñan en negarlo?
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